Cumplen un año en cartel y dividen las opiniones en múltiples bandos. Aseguran que el espectáculo no es el mismo desde su estreno y no dudan al confirmar que hay espectadores que los esperan para felicitarlos, pero también los hay que se marchan a mitad de la obra mientras rechazan la idea de que "eso" sea teatro. Los colegas les agradecen y la crítica especializada no coincide en su "veredicto" final. Las Julietas, la última creación de Marianella Morena, se prestó al juego teatral.
"Te lo cuento así porque fue de una manera accidental y azarosa. Me encontré con cuatro actores jóvenes que tenían ganas de hacer algo, de hacer un proyecto teatral. No teníamos más que el deseo de trabajar y planteé hacer una especie de duelo de dos íconos, un ícono gigante del teatro universal como es Shakespeare y un ícono de nuestra identidad, nuestra nacionalidad, como es el fútbol y el Maracaná de los `50. Al principio podía generar un gran desconcierto y creo que esa fue la génesis del espectáculo", señala la directora, quien reconoce la incertidumbre a la que podría estar invitando no sólo a los actores sino, también, al público. Es que en Las Julietas dialogan, como adelantara Morena, una de las obras emblema del autor inglés -Romeo y Julieta- con lo que representa el Maracaná para la identidad nacional. ¿Qué tienen en común? Una gloria pasada que, quizá, opaque a lo que respira e identifica al presente.
Sobre la génesis de la obra, Morena resume: "Si bien no había una escritura previa, yo les planteaba cosas como `Tomen esta escena de Shakespeare y cambien el punto de vista`. Nunca les planteé `Sigan al personaje, interpreten, representen`, creo que eso también genera una cierta comodidad y libertad porque no tenés el apuro de construir, de llegar al personaje como una meta. Por supuesto que está la voluntad y la confianza de entregarse a ese proyecto que no tenía ni pies ni cabeza: no había un lugar a donde llegar, no había una escritura, no había un reparto, no había nada, desde el punto de vista más convencional, de cómo se gesta un proyecto dramático".
La obra se introduce entre lo más interesante que ofrece la cartelera teatral porque reúne a una dramaturga que hoy es referente en la escena local contemporánea, a cuatro actores que dan bocanadas de aire fresco desde el escenario -integran la generación del futuro más cercono- y una metodología de trabajo que reafirma el discurso que se imparte desde el escenario.
"Tenemos esto, somos estos actores, vivimos en Uruguay en este tiempo y queremos reflexionar y pensar sobre determinadas cosas que nos atraviesan, como nos sigue atravesando Shakespeare, como nos atraviesa el fútbol y el peso que tenemos por el Maracanazo, y como nos atraviesan todos los comentarios que puede haber sobre qué es hacer teatro, cómo se hace teatro, desde la interna, desde nuestra formación, desde los comentarios con los colegas o los comentarios de un espectador o un crítico".
También lo explica Leonardo Pintos, uno de los actores: "Ahora tenés una nueva corriente de dramaturgos y directores, ¿en qué lugar entra el actor ahí? O seguimos con el rol pasivo en el cual cada uno está en su casa esperando que lo llamen o elegimos un camino en el cual uno puede gestar su proyecto y opinar. A mí eso es lo que me parece interesante y por eso elijo hacer teatro, y por eso a la hora de involucrarme en un proyecto son las premisas de las cuales parto (N.R. su anterior trabajo fue en Mi muñequita). Estamos actuando pero, a su vez, estamos dejando una opinión política, social y creativa, y la estamos armando con la directora que escribe y toma eso. El diálogo que hubo fue fantástico, no era `parate ahí, entrá por acá, este es tu parlamento y ahí está la puerta, entrá por la derecha`, o sea, uno participaba del juego y Marianella dio una libertad creativa absoluta".
Morena agrega: "A veces, ellos son los que dominan la cancha y llega un momento en que decís `Ta, ahora soy yo la que voy a ordenar`. Eso creo que es teatro contemporáneo, escuchar al otro, dar participación y en un momento cada cual va a hacer su rol, nadie le va a quitar el rol a nadie".
La génesis en ningún momento provocó angustia creativa, por el contrario: "Estábamos trabajando pero, además, nos estábamos divirtiendo. A veces se entiende que vamos a ensayar y tenemos que hacer silencio, concentrarnos, respirar azul, tirarnos en el piso. Nosotros entrábamos por otro lado. Estábamos ensayando y era inevitable que sonara el teléfono, que se rompiera un caño, que te pasara la gata, que le cayera un recibo a Marianella, a Claudio lo llamaba la mamá y eso también lo incorporamos como parte del proceso creativo. Había un interés por trabajar con el ser creativo, pero también por trabajar con el ser cotidiano", señala Pintos.
Las Julietas va los sábados a la medianoche en el Teatro Circular. Ese dato podría inducir a afirmar que el público que convoca es mayoritariamente joven, sin embargo, aclaran que esa es una verdad a medias porque en los espectadores hay heterogeneidad ("Ves gente que se para y se va, adulta y joven"). Lo que sí se puede afirmar es que se trata de un espectáculo al que se acercan los jóvenes, en comparación al resto de la oferta teatral que puede no seducirlos en totalidad.
"Más allá del resultado final, hay una toma de postura y de decisión. Yo quiero reírme de quienes somos y quiero hablar de quiénes somos. Me parece que es tu lugar como creador, ¿si no, por qué sos creador? ¿Por qué se considera más importante hacer un Shakespeare perfecto, que alguien que habla de su tiempo? No estoy desconociendo lo otro, no es eliminar lo otro, es incorporar esto, lo nuevo, que es empezar a vernos en nuestros lugares comunes".
Fuente: Sábado Show, Diario El País (10/4/10)