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viernes, 15 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
Luego de Brasil, Argentina (setiembre, 2010)
miércoles, 13 de octubre de 2010
Entre el fútbol y Shakespeare, por Juan José Santillán (Diario Clarín, Buenos Aires)
Marianella Morena, una de las dramaturgas principales de la escena montevideana, habla de “Las julietas”, libre adaptación de “Romeo y Julieta”.
Timbre 4, el espacio de Claudio Tolcachir, programó para este mes un ciclo de obras uruguayas en coproducción con el teatro Solís de Montevideo. Son tres propuestas que han cosechado prestigio no sólo en su medio local, sino en varios festivales iberoamericanos. Ya se presentó Gatomaquia , una adaptación de Héctor Manuel Vidal del clásico de Lope de Vega; este fin de semana habrá una adaptación de Los padres terribles , de Cocteau, por Alberto Zimberg. Y Marianella Morena, una de las dramaturgas y directoras fundamentales de la escena montevideana, cerrará el ciclo con Las julietas . Un espectáculo que toma el imaginario de Romeo y Julieta, de Shakespeare, para dislocarlo y abordar cuestiones ligadas a la identidad uruguaya.
Morena, actualmente en Berlín, cuenta que “ya me había aproximado a otros autores clásicos como Molière y Florencio Sánchez. Y Romeo y Julieta merodeaba desde hace tiempo en mi cabeza. En paralelo crecía un trabajo reflexivo sobre nuestra forma de hacer y responder en la escena. La identidad como lugar de existencia, política, económica y cultural. En Uruguay crecimos deseando ser habitados por otros textos -continúa la directora-. Y me gustó la idea de provocar un encuentro entre un gran macho del teatro como es Shakespeare y los clásicos nuestros que son más primitivos y poseen una decadencia encantadora. ” La obra fue gestada durante un verano previo al Mundial de fútbol. Y uno de los pilares de Las julietas es la fricción entre mitos. Por un lado, Shakespeare, y por otro, el mito de los uruguayos campeones de fútbol. De allí, que el espectáculo esté protagonizado por cuatro actores que atraviesan fragmentos de la obra y recalan en algunas zonas temáticas que la directora tomó como ejes de la puesta: “La discriminación, la intolerancia y la incapacidad generacional de conectarse con los jóvenes -explica-. Pero también me gusta hacerlo irónicamente, porque tomo postura sobre qué es hacer teatro hoy”.
“La obra se explica a sí misma, no hay un relato lineal -agrega-. A los actores se planteó un cruce entre la ficción y lo real. Ellos son voyeurs de las escenas, no hay personajes en el sentido convencional del término. Pero como no había una historia, tampoco escenografía y cambios de vestuario, me preocupé en que el texto elaborara saltos de imagen a través de la palabra y no por la preocupación de crear escenas, sino en la variación de textura, pasando de lo sucio, vulgar y ordinario a lo poético”.
Las julietas integró este año el Circuito de Festivales Internacionales del Instituto Nacional del Teatro. Luego de las funciones en Timbre 4, Marianella volverá a la Argentina para presentar el unipersonal Trinidad ladrón de Guevara , con la actriz Cecilia Cósero. “Esta basado en la gran actriz uruguaya y queremos hacer funciones tanto en Buenos Aires como en Montevideo -dice Morena-. Trabajé sobre la multiplicidad de palabras que cambian al igual que los estados de la vida y el teatro.”
Fuente: Diario Clarín, Buenos Aires (12/10/10)
viernes, 20 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
Festival Internacional de San José de Río Preto, San Pablo (Brasil, julio 2010)
sábado, 14 de agosto de 2010
Entrevista a Marianella Morena para el FIT de San José de Río Preto (San Pablo, Brasil)
¿Cuál es el concepto de la obra?
El punto son las escenas como material disparador-material dramático, situación previa para improvisaciones de los talleristas.
El diálogo. La convivencia del pasado con el presente, que los gigantes antiguos no aplasten lo nuevo, el encuentro estético-artístico entre geografías, generaciones, y tiempos, algo que sólo el arte permite: alterar lo vivo y lo muerto, desarticular¿qué está vivo y qué está muerto? Invertir los conceptos, reflexionar sobre el presente y como el presente es el teatro. La responsabilidad de un creador teatral es tener sintonía con su tiempo, su gente, su realidad.
El diálogo es histórico, es político y es la única forma de conciliar pasado y presente, de generar un encuentro potente, conciliador, multiplicador de miradas y con apertura de espacios internos y externos.
Que la realidad sea parte de la creación, que lo real ingrese en los ensayos, que nada de lo que nos sucede sea ajeno en los encuentros de creación.
Integrar, ingresar, ser permeables, vulnerables para resistir y no dejarnos distraer por los ruidos ajenos. Trabajar desde quienes somos en este hoy que nos determina con sus urgencias, sus sensibilidades nuestra forma de percibir y elaborar los estímulos, los materiales artísticos, domésticos y personales. Que las fuentes de influencia y los disparadores no estén concentrados únicamente en los paquetes de teoría teatral y referentes teatrales , estéticos, artísticos, que lo propio, la experiencia mínima y el ser cotidiano en lo creativo deje su huella, que la edición no recorte el encuentro vivo de las personas sino que lo incluya. Esto genera y dispara una nueva concepción sobre lo estilístico y las formas puras. Lo homogéneo hace rato desapareció y nos interesa incluir en el paisaje de la creación escénica recursos austeros en la escena.Pero no descartar el paisaje de múltiples planos en el lenguaje, y en los vínculos que desata el lenguaje vivo, presente, en la convivencia y en la dimensión que establece un lenguaje vivo. Esto se traduce en: concentración en el texto y en los actores.
El actor como parte de la dramaturgia y el concepto, no representa, ES.
¿Cuál es la búsqueda y la motivación del grupo?
El ser y no representar. El estar y no llegar. El vínculo real, y multiplicador de vínculos con el otro , ya sea : actor, director, público.
Tomar fuentes escritas organizadas y mezclarlas con otro tipo de texturas: diálogos cotidianos ocasionales, conversaciones, reflexiones sobre el arte y el teatro, fuentes periodísticas, imágenes plásticas, testimoniales, músicas, otras obras. Cruce de miradas y traducción de materiales con un solo objetivo: la escena.
La escena como emergente de lo que tenemos y no como meta de un supuesto ideal que planeamos a solas. La escena como vínculo y conflicto desde los que estamos, los que se van y los que ingresan, eso establece e impone la dinámica de lo real y lo que es y no lo que se pretende o pretendía en sus comienzos y que va cambiando.
Por ej: actor que se va, que renuncia, dinero que no hay. Las dificultades se incluyen como parte de lo real que nos interesa incluir y no recortar.
Las dificultades dependen del punto de vista, la intención es capitalizarlas a favor y no angustiarse porque eso deriva en el bloqueo. Nos importa el diálogo con nuestra identidad personal, colectiva, y con el yo íntimo.
Tener un contacto fluido, y no rígido con los resortes emocionales, sociales, estéticos, porque la reacción es la base de la escena. Una reflexión en construcción sobre la opinión en cada proyecto. Que lo artificial deje de ser el motor y el lugar a donde llegar. Que lo único que nos sostiene es la VOZ de cada uno, esa es la única posibilidad de existencia en la creación, encontrar la voz, dar la voz, potenciar, respaldar y fortalecerla.
Representar buenos textos con buenos actores, es una línea universal que globaliza las artes escénicas y que elimina la personalidad del teatro con sus creadores en cada contexto. Quita huella e identidad. Es la vieja concepción de la colonia. Apostamos a un teatro que corte el cordón umbilical con Europa, que pueda quitarse la colonia de la cabeza, y que empiece a equivocarse sin culpa, sin miedo, porque no hay otra forma de hacer camino.
Que la persona esté antes que el personaje y que el personaje no sea una meta. Trabajar desde quienes somos en toda su dimensión, donde estamos, que hacemos, y cuanto dinero tenemos en el bolsillo. Que el compromiso no instale la trascendencia, que lo importante no elimine la alegría, el juego, el erotismo, la entrega. Eliminar la solemnidad como espacio de jerarquía que solo instala lo rígido, lo muerto. Que la escena esté viva y para eso todos debemos estar vivos en cada instante. Vivos, quiere decir: en estado de alerta, con capacidad de reacción frente a lo que sucede, lo inesperado, lo cotidiano, el texto, las situaciones, que todo forme parte del material de trabajo. El material debe tener proveniencia propia, debe ser elaborado con nuestras necesidades.
¿En que ve usted que la obra conquista la singularidad y empuja al teatro contemporáneo a nuevos caminos?
La intertextualidad, las líneas y la multiplicación del relato, lo metateatral, lo postdramático, se explica a sí mismo, no mantiene una estructura clásica, se abre permanentemente a otras cláusulas, como pastillitas que sobreviven entre lo real y la ficción, pero todo en una imagen muy realista. Es decir: lo que vemos es a cuatro hombres sentados conversando como si estuvieran en un bar, una plaza, una espera, suplentes de algo, la actitud, la expresividad y la gestualidad es hiper realista, pero las dimensiones del diálogo tienen saltos de lo real, lo surreal, lo documental, y la ficción pura en mezclas de estilo, pero manteniendo el pulso vivo en la conversación.
La fragmentación es inevitable porque no se elige, ella determina la forma de existencia.
La fragmentación es inevitable porque no se elige, ella determina la forma de existencia.
¿De qué habla la obra?
De una obra que habla de otra en un mismo tiempo.Cuatro actores jóvenes, suplentes, en espera, quieren ensayar, pero no tienen a nadie, recuerdan a otros actores que fueron jóvenes que hicieron fragmentos criollos de Romeo y Julieta y recorrieron el interior del país. Nadie los recuerda, como todo en el Uruguay. Habla de nuestros estereotipos masculinos, de la identidad masculina, pero también de la exposición de cada uno, de cómo se encuentran en las diferencias, de las fantasías exhibidas, de la miseria entrañable. Son jóvenes pero a veces se confunden en medio de esa actitud de espera porque venga. ¿Quién el director, el dinero, un mejor trabajo, una mujer, la obra de sus vidas, un mejor país, un reconocimiento afuera? Ellos esperan y mientras tanto conversan de cosas que pasan de lo metafórico a lo realista, surrealista, del absurdo a lo más torpe y cotidiano, de las fantasías de amor a textos propios de Romeo y Julieta, donde recuerdan representándolo desde ellos mismos, desde el banco de suplentes.
¿Cuáles son las influencias principales en esta investigación?
Romeo y Julieta, Shakespeare. Estereotipos masculinos uruguayos, el mundial de 1950, ―uruguayos campeones‖ como estigma social y cultural de un país, Cindy Shermann por la investigación que ella hace del personaje desde el autorretrato: el YO como espacio de construcción. Monty Phyton como desacralizadores de lo clásico, en la convivencia de lo trágico con el humor. Materiales testimoniales de 1950, imágenes, textos, modalidades de la época. El circo criollo, el varieté, el cabarét, los modelos de ensayo de las primeras compañías criollas, y nuestros propios comentarios sobre el hacer teatro, la comunidad y sus reglas, las leyes y la ironía, la sensualidad de la escena, y el encuentro como espacio erótico. Mi casa, y las intervenciones familiares cotidianas que vivíamos en los ensayos. Los sucesos personales que se vivieron durante el proceso. Todo fue traducido hacia ´Las Julietas, ellas esperaban ansiosas alimentos de distinta índole y proteínas.
¿Cómo se relacionan Romeo y Julieta con Uruguay y con la humanidad en este hoy?
El núcleo mantiene su vigencia. Yo soy una espectadora de las telenovelas brasileñas, me gustan mucho, y he encontrado en algunas de ellas grandes similitudes con Shakespeare, me refiero a : el tironeo de los personajes de forma constante, los vínculos, pero sobre todo, la dimensión humana, ese gigante donde entra todo: lo trágico, la comedia, el drama, lo sucio, lo limpio, la miseria la grandeza. Y he podido ver como Shakespeare alimenta. Ese es mi punto de contacto y de interés. Creo que los grandes tienen que cumplir esa misión: seguir aportando alimentación a la humanidad.
La humanidad no puede ser tan tonta y considerar que la fidelidad es repetir palabra por palabra. Lo que ha evolucionado de Shakespeare al hoy es la multiplicidad de estímulos que recibimos y la producción de obra y discurso que ha sucedido. Esto induce y modifica la sensibilidad estética –ética y la forma de relacionarse desde lo subjetivo hacia las otras subjetividades que nunca son objetivas, por lo tanto, algo que ha cambiado es instalación de lo fragmentado como vínculo en todas las relaciones humanas. La fragmentación no es una elección o una decisión, existe per se. Querramos o no, ella es la que determina los nuevos modelos de relacionamiento y de producción.
¿Cuál es la importancia del mito? ¿Piensa que lo contemporáneo tiene mucha relación con ello con respecto a la etapa clásica o más antigua?
El mito es importante en si mismo, que sea sostenido en el tiempo y que pueda atravesar y sobrevivir todo. Pero siempre , el que creador vivo es el que tiene la obligación de resolver y entender, (para eso tiene que estudiar y aplicar su estrategia)como se instala el Mito en cada presente y en cada contexto. La obligación y la responsabilidad de los artistas es que el pasado sobreviva pero no destruya el presente, sino permita dar luz sobre los que no han nacido. Esa es mi opinión. Destruir o ignorar a los que nos anteceden es inoperante, y tarde o temprano el pasado vuelve, porque es memoria, porque está adentro del presente. Creo que lo más difícil es pensar y reflexionar sobre cómo hacemos para que estos dos (pasado y presente) se apoyen mutuamente.
Su grupo es considerando uno de los mas experimentales en Uruguay. ¿Es esto cierto? Cuénteme sobre la trayectoria del grupo.
La experimentación es la base de cualquier artista. Algunos tienen conciencia de que es así y otros no, algunos creen en sí mismos y otros apelan constantemente a la mirada y el criterio ajeno como faro en sus proyectos. Prefiero siempre pararme en la duda, ese territorio gigante, fascinante que te permite estar en vigilia, mitad sueño y mitad desasosiego, porque es el único lugar del aprendizaje. Yo armo mis cosas para saber quien soy y qué quiero saber. En el momento en que uno conoce una respuesta, las preguntas se multiplican. No hay respuestas, uno necesita aprender, y para eso deber hacer y cuando uno hace aprende y se equivoca, por lo tanto necesita volver a hacer como fuente de conocimiento interno y del otro. No hay otra realidad posible más que el error y la dimensión del error. El grupo nace con este trabajo y se ha ido consolidando a través de las funciones, los proyectos y el deseo de compartir con otros nuestra experiencia. A partir de entrevistas y de convocatorias que hemos tenido con varios grupos de formación tanto de actores como de docentes para primaria, estudiantes de bachillerato artístico, hemos resuelto trasladar esas inquietudes en un proyecto taller de intercambio y donde la metodología de Las Julietas pueda apreciarse y comprenderse mejor.
El punto son las escenas como material disparador-material dramático, situación previa para improvisaciones de los talleristas.
viernes, 13 de agosto de 2010
Nuestros shakespeares, por Georgina Torello (Dossier Crítico)
Sin necesidad de aniversarios que promuevan revivals ornamentales, el isabelino pasa por uno de sus mejores momentos: lo intervinieron Marianella Morena (Las Julietas) y María Dodera (Los Macbeth’s) –por su parte la Comedia Nacional se empeñó, para el final de temporada, con otro Macbeth dirigido por Mario Ferreira. Con poéticas desemejantes que además varían para cada espectáculo, Morena y Dodera declinan también esta vez, de manera diferente y en cierta forma antitética, sus apropiaciones de Shakespeare. Es decir, usan al “clásico” cuando es necesario, pero lo abandonan sin empacho ni culpa, saliendo de una lógica de respeto/no respeto que tanto afectó y afecta a nuestros países, y a toda su producción simbólica, desde la colonia hasta hoy.
Con una posición desenvueltamente postcolonial que Edward Said adoraría Las Julietas, de Morena, aunque multiplique el nombre de su personaje más enamorado e infausto al mismo tiempo (equiparable sólo a la Francesca de Dante) no reserva para Shakespeare la primera fila. El espectáculo funciona sólo en la medida en que el público entiende que el centro de interés, el objeto del discurso, no pasa por el uso del británico, ni siquiera por el acto parricida o por una decidida superación de la angustia de su influencia: desde el primer parlamento hasta el último los actores, Alejandro Gayvoronsky, Leonardo Pintos, Claudio Quijano y Santiago Sanguinetti, nos ofrecen un espejo, más o menos grotesco (tanto como seamos capaz de verlo/nos) del Uruguay de los últimos sesenta años. La operación no es nueva en la directora: como sedujo y abandonó a Molière cuando ya no lo necesitaba para escribir desde un lugar propio (Don Juan, el lugar del beso, 2005) y a Florencio Sánchez para darnos una versión aggiornata de sus restos (Los últimos Sánchez, 2006) lo mismo hace ahora con Shakespeare.
A través de cuatro actores en escena que sugieren algunos “tipos” autóctonos, pero son lo suficientemente elásticos para encarnar otros héroes, Las julietas mapea nuestra identidad (anclada en ese “soy celeste” o en “uruguayos campeones”) para descomponerla y arreglarla/rearmarla luego con una mirada extrañada. El espectáculo de Morena no acompaña de la mano al espectador “irritado” (como lo llamó Pirandello en Cada cual a su manera, 1924) y yo agregaría al espectador perezoso, en su recorrido por la nueva cartografía: hay que transitar solo por los parlamentos fragmentados, por los sentidos fragmentarios, atar los cabos que deja sueltos, tener ganas de ese fill in the blanks obligado para disfrutar el viaje. Pero una vez que se entra en el juego el blandengue y el italiano, el “bruto actor” y el don Juan crean algunos espacios del mejor humor (y las más fuertes risas del público) que se veía en mucho tiempo. El fragmento no corta la comunicación ni la gracia: la prolonga (...)
Fuente: Dossier crítico (julio, agosto 2010)
lunes, 10 de mayo de 2010
Pelota al centro Julietas, por Bernadette Laitano (Sábado Show)
Cumplen un año en cartel y dividen las opiniones en múltiples bandos. Aseguran que el espectáculo no es el mismo desde su estreno y no dudan al confirmar que hay espectadores que los esperan para felicitarlos, pero también los hay que se marchan a mitad de la obra mientras rechazan la idea de que "eso" sea teatro. Los colegas les agradecen y la crítica especializada no coincide en su "veredicto" final. Las Julietas, la última creación de Marianella Morena, se prestó al juego teatral.
"Te lo cuento así porque fue de una manera accidental y azarosa. Me encontré con cuatro actores jóvenes que tenían ganas de hacer algo, de hacer un proyecto teatral. No teníamos más que el deseo de trabajar y planteé hacer una especie de duelo de dos íconos, un ícono gigante del teatro universal como es Shakespeare y un ícono de nuestra identidad, nuestra nacionalidad, como es el fútbol y el Maracaná de los `50. Al principio podía generar un gran desconcierto y creo que esa fue la génesis del espectáculo", señala la directora, quien reconoce la incertidumbre a la que podría estar invitando no sólo a los actores sino, también, al público. Es que en Las Julietas dialogan, como adelantara Morena, una de las obras emblema del autor inglés -Romeo y Julieta- con lo que representa el Maracaná para la identidad nacional. ¿Qué tienen en común? Una gloria pasada que, quizá, opaque a lo que respira e identifica al presente.
Sobre la génesis de la obra, Morena resume: "Si bien no había una escritura previa, yo les planteaba cosas como `Tomen esta escena de Shakespeare y cambien el punto de vista`. Nunca les planteé `Sigan al personaje, interpreten, representen`, creo que eso también genera una cierta comodidad y libertad porque no tenés el apuro de construir, de llegar al personaje como una meta. Por supuesto que está la voluntad y la confianza de entregarse a ese proyecto que no tenía ni pies ni cabeza: no había un lugar a donde llegar, no había una escritura, no había un reparto, no había nada, desde el punto de vista más convencional, de cómo se gesta un proyecto dramático".
La obra se introduce entre lo más interesante que ofrece la cartelera teatral porque reúne a una dramaturga que hoy es referente en la escena local contemporánea, a cuatro actores que dan bocanadas de aire fresco desde el escenario -integran la generación del futuro más cercono- y una metodología de trabajo que reafirma el discurso que se imparte desde el escenario.
"Tenemos esto, somos estos actores, vivimos en Uruguay en este tiempo y queremos reflexionar y pensar sobre determinadas cosas que nos atraviesan, como nos sigue atravesando Shakespeare, como nos atraviesa el fútbol y el peso que tenemos por el Maracanazo, y como nos atraviesan todos los comentarios que puede haber sobre qué es hacer teatro, cómo se hace teatro, desde la interna, desde nuestra formación, desde los comentarios con los colegas o los comentarios de un espectador o un crítico".
También lo explica Leonardo Pintos, uno de los actores: "Ahora tenés una nueva corriente de dramaturgos y directores, ¿en qué lugar entra el actor ahí? O seguimos con el rol pasivo en el cual cada uno está en su casa esperando que lo llamen o elegimos un camino en el cual uno puede gestar su proyecto y opinar. A mí eso es lo que me parece interesante y por eso elijo hacer teatro, y por eso a la hora de involucrarme en un proyecto son las premisas de las cuales parto (N.R. su anterior trabajo fue en Mi muñequita). Estamos actuando pero, a su vez, estamos dejando una opinión política, social y creativa, y la estamos armando con la directora que escribe y toma eso. El diálogo que hubo fue fantástico, no era `parate ahí, entrá por acá, este es tu parlamento y ahí está la puerta, entrá por la derecha`, o sea, uno participaba del juego y Marianella dio una libertad creativa absoluta".
Morena agrega: "A veces, ellos son los que dominan la cancha y llega un momento en que decís `Ta, ahora soy yo la que voy a ordenar`. Eso creo que es teatro contemporáneo, escuchar al otro, dar participación y en un momento cada cual va a hacer su rol, nadie le va a quitar el rol a nadie".
La génesis en ningún momento provocó angustia creativa, por el contrario: "Estábamos trabajando pero, además, nos estábamos divirtiendo. A veces se entiende que vamos a ensayar y tenemos que hacer silencio, concentrarnos, respirar azul, tirarnos en el piso. Nosotros entrábamos por otro lado. Estábamos ensayando y era inevitable que sonara el teléfono, que se rompiera un caño, que te pasara la gata, que le cayera un recibo a Marianella, a Claudio lo llamaba la mamá y eso también lo incorporamos como parte del proceso creativo. Había un interés por trabajar con el ser creativo, pero también por trabajar con el ser cotidiano", señala Pintos.
Las Julietas va los sábados a la medianoche en el Teatro Circular. Ese dato podría inducir a afirmar que el público que convoca es mayoritariamente joven, sin embargo, aclaran que esa es una verdad a medias porque en los espectadores hay heterogeneidad ("Ves gente que se para y se va, adulta y joven"). Lo que sí se puede afirmar es que se trata de un espectáculo al que se acercan los jóvenes, en comparación al resto de la oferta teatral que puede no seducirlos en totalidad.
"Más allá del resultado final, hay una toma de postura y de decisión. Yo quiero reírme de quienes somos y quiero hablar de quiénes somos. Me parece que es tu lugar como creador, ¿si no, por qué sos creador? ¿Por qué se considera más importante hacer un Shakespeare perfecto, que alguien que habla de su tiempo? No estoy desconociendo lo otro, no es eliminar lo otro, es incorporar esto, lo nuevo, que es empezar a vernos en nuestros lugares comunes".
Fuente: Sábado Show, Diario El País (10/4/10)
lunes, 29 de marzo de 2010
Nuevo día, nuevo horario, nuevo teatro...
martes, 12 de enero de 2010
SE ABRE LA SEGUNDA TEMPORADA DE LAS JULIETAS
lunes, 11 de enero de 2010
Balance de la temporada teatral 2009. Por Georgina Torello (La Diaria)
La patria en escena
Uno de los rasgos más curiosos de la temporada fue la presencia masiva de Shakespeare. El público anglófilo tuvo oportunidad de saborearlo en varias salsas: la exquisita reescritura de Marianella Morena "Las Julietas" (el zafiro del año, si no su diamante)...
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Fuente: La Diaria, 7 de enero de 2010.
domingo, 10 de enero de 2010
Entrevista a Marianella Morena. Ética y subversión (Caras y Caretas)
Don Juan, Los últimos Sánchez, Resiliencia y Las Julietas, obras dirigidas por Marianella Morena, están entre los espectáculos más impactantes de la década. Es una de las artistas más removedoras de la escena montevideana, junto a Gabriel Calderón, María Dodera y Roberto Suárez.
B.L.
Directores de escena como Mariana Percovich, María Dodera, Roberto Suárez y Alberto Rivero marcaron a fuego el teatro uruguayo en la década pasada. Trajeron una necesaria renovación, montaron sus espectáculos en espacios no convencionales, provocaron con una estética estridente, estrenaron textos de una necesaria nueva dramaturgia -en primer caso argentina, presentando nombres como Spregelburd y Tantanian- y de europeos contemporáneos como Koltés, Müller y Tabori. Esa fermental generación hizo escuela en esta década, en la que surgieron grandes artistas como Gabriel Calderón, Marianella Morena y Santiago Sanguinetti, pero estos nuevos directores probaron también con dramaturgias propias o bien cercanas. Aunque de una generación intermedia, el ejemplo de Morena es el de una personalidad teatral muy potente, que si bien debutó como directora en esta década con la impactante Don Juan está a mitad de camino entre una nueva sensibilidad -más lanzada y provocativa- y su evidente cercanía con la generación de la posdictadura. Más allá de las palabras y los conceptos, lo importante es también la obra, que en el caso de Morena incluye una relectura nihilista de Sánchez con una actuación antológica de Alberto Restuccia, o bien el delirante camino abordado por el elenco de Las Julietas para satirizar y vampirizar a la siempre tan conservadora y pacata identidad uruguaya.
***
La nueva generación de directores apela a una dramaturgia propia o cercana, de autores uruguayos... ¿Por qué creés que se da esa tendencia, que es ciertamente opuesta a la necesidad de mirar hacia afuera de la generación de los 90?
B.L.
Directores de escena como Mariana Percovich, María Dodera, Roberto Suárez y Alberto Rivero marcaron a fuego el teatro uruguayo en la década pasada. Trajeron una necesaria renovación, montaron sus espectáculos en espacios no convencionales, provocaron con una estética estridente, estrenaron textos de una necesaria nueva dramaturgia -en primer caso argentina, presentando nombres como Spregelburd y Tantanian- y de europeos contemporáneos como Koltés, Müller y Tabori. Esa fermental generación hizo escuela en esta década, en la que surgieron grandes artistas como Gabriel Calderón, Marianella Morena y Santiago Sanguinetti, pero estos nuevos directores probaron también con dramaturgias propias o bien cercanas. Aunque de una generación intermedia, el ejemplo de Morena es el de una personalidad teatral muy potente, que si bien debutó como directora en esta década con la impactante Don Juan está a mitad de camino entre una nueva sensibilidad -más lanzada y provocativa- y su evidente cercanía con la generación de la posdictadura. Más allá de las palabras y los conceptos, lo importante es también la obra, que en el caso de Morena incluye una relectura nihilista de Sánchez con una actuación antológica de Alberto Restuccia, o bien el delirante camino abordado por el elenco de Las Julietas para satirizar y vampirizar a la siempre tan conservadora y pacata identidad uruguaya.
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La nueva generación de directores apela a una dramaturgia propia o cercana, de autores uruguayos... ¿Por qué creés que se da esa tendencia, que es ciertamente opuesta a la necesidad de mirar hacia afuera de la generación de los 90?
El teatro uruguayo necesita tener identidad y para eso necesita fortalecerse y mirar para adentro, trabajar sobre nuestra realidad y poner todo el esfuerzo en potenciar y desarrollar un lenguaje propio. Eso sólo se da con confianza en los creadores en sus distintos ámbitos: formación, debate, reflexión, producción, investigación, publicación, experimentación multidisciplinaria y un conocimiento profundo sobre quienes somos y de donde venimos. Para que eso suceda debe entrenarse a los artistas de la escena y a sus públicos, para que la ética no se cristalice únicamente en la ética del artista y su disciplina, y para que la ética tenga una permanente reformulación, adaptándose a los cambios imperantes por las nuevas generaciones.
¿Cómo imaginás esa reformulación ética?
Habría que preguntarse primero cuál es la misión del teatro uruguayo, y también cómo se ubica el rol del director en el teatro uruguayo... Yo creo que el objetivo es que el teatro esté vivo en su contexto, con sus parámetros, con su realidad, con su economía y con sus problemas, sus debilidades y sus fortalezas. Para que eso suceda la independencia ideológica es fundamental, la independencia artística es indispensable para colocarnos en un lugar de producción real y no siguiendo las líneas de sucursales ambulantes del “gran teatro”. Todo el teatro es político. Si yo hago un Chéjov, un Shakespeare o un Sófocles, tal cual son, es una actitud política: donde decido, elijo, priorizo poner en primer lugar, poner por encima de todo al autor y ser conciente y responsable sobre lo que desencadena, la multiplicación que implica y la legitimación de un discurso: le rindo homenaje y me someto a su disciplina ideológica.
En varios de tus espectáculos trabajás sobre dramaturgias anteriores, para reelaborarlas: Moliere en Don Juan, Florencio en Los últimos Sánchez...
En mi primera experiencia de reescritura con el Don Juan de Molière, que tampoco era totalmente de él, la primera fidelidad que establecí con el autor fue con el motor de la escritura. Ir por la pulsión atravesando un lenguaje caduco y perimido para nosotros, pero adentro de este lenguaje todavía latía el pulso original. Esa es la fidelidad, el resto es contexto histórico que pauta cómo, con qué palabras, estructuras y modalidades debe escribirse... ¿Para quién trabajamos ? ¿Para Shakespeare o para nuestros creadores y nuestro público? ¿Qué estamos diciendo por debajo si no se pueden tocar los textos? Saber quienes somos, qué estamos haciendo, por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo, variar el ejercicio, la mirada, el punto de vista, el vínculo. En el arte no se puede decir "esto está vencido, o es tóxico, o los nuevos avances hablan de tal cosa", como pasa en la ciencia, y se termina la discusión. En el arte lo único que se tiene a favor o en contra, es el tiempo. El tiempo que le lleva a una sociedad asimilar lo nuevo, comprender que hay cosas que ya no funcionan más... esa resistencia en Uruguay está consolidada por franjas que se apoderan de la voz y la convierten en la voz de todos aunque no sea representativa. Aunque hay esquemas anticuados, donde se sigue creyendo que el teatro es representación de un texto, hoy lo que se discute en los ámbitos de formación, creación y experimentación es la vida de la escena. Eso marca el antes y el después. Antes se montaba una obra a través de la elección de un texto, luego se hacía el reparto adecuado. Yo no elijo más actores para los personajes; primero el actor y desde el actor elijo el personaje. Trabajo con la realidad que determina un modelo, porque el personaje no es una meta, el personaje nace del actor. ¿El actor trabaja para Hamlet, o Hamlet trabaja para el actor?
¿Cuál sería la pregunta esencial de un director de escena contemporáneo?
Director te hace el actor, te hace la palabra que crece en el actor, te hace el espacio que habita el actor cuando la luz revela otra dimensión, cuando el material escénico vibra como pieza única e independiente. Ellos son los que dan el título y la autoridad. ¿Cómo se organiza el mundo del creador de la escena? ¿Qué antecede a su creación? ¿Cómo se habita la realidad y convive con la creación? ¿Cómo convive lo subjetivo con lo concreto de la producción, y la independencia para desarrollarse en el estilo personal y tener autoría? ¿Cómo se es director de escena teatral en Uruguay? ¿Cuál es la diferencia entre un artista y otro que hace cosas? La creación es una construcción responsable entre la subjetividad y la realidad. Una tensión entre sobrevivir y ser, para nunca dejar de ser, aunque no se pueda sobrevivir, aunque la sensibilidad y la realidad no coincidan y nos aturda la convivencia. Se debe ser cada día más vulnerable a la realidad ajena y a la propia, y cada día más fuerte para proteger esa vulnerabilidad. La desesperación, el riesgo, el deseo de crear lenguaje, de tener identidad, que lo propio sea compartido y que el lenguaje creado pueda ser dialogado entre las partes: eso determina a un artista. Después están los resultados, que pueden estar descontextualizados de tiempo, historia, realidad, circunstacias, demasiado adelantado o con pocas herramientas para el público que recibe la obra. No me entusiasman los resultados puntuales, me entusiasma la búsqueda permanente. Un artista es quien se construye y se destruye a sí mismo.
¿Cuáles son los grandes desafíos del teatro uruguayo contemporáneo?
Muchos. Primero ordenar lo que hay. Segundo, tener más autonomía, autoestima para no depender de lo que los otros digan sobre nuestro trabajo. Crear redes de artistas para tener un lugar común para exponer el trabajo y el pienso sobre el trabajo. Reflexionar, sistematizar y debatir más sobre nuestro presente, fuentes, disparadores, y el ojo sobre nosotros. Construir una plataforma propia que comunique desde el creador. Tener mayor inserción en el panorama de las artes escénicas internacionales. Tener mayores espacios de encuentro para crear, intercambiar, no enfrentarnos sino sumar puntos de vista, que varios directores dirijan una misma obra, que la diversidad de luz y no contradicción, que la diferencia sume y no espante o de pelea como era antes. Nuestra riqueza radica en eso: somos todos distintos, qué bueno.
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¿Es posible equilibrar el apoyo a los artistas emergentes con el repecto a la tradición y el legado de viejas escuelas?
Ni el cine, ni la tele, ni el dvd, ni el cable mataron el teatro, por lo tanto nada lo matará porque es único y eso es algo que se ha entendido. No compite. Es único en su especie. Lo contemporáneo es eso; comprender el valor de lo que se tiene, no pretender ser otra cosa, no desear lo ajeno. Esa comprensión de que lo otro, lo importado, era mejor, está cayéndose a pedazos, porque naturalmente impera la esencia y la identidad. Para luego conciliar, negociar y aceptar las formas estéticas y políticas de expresión y comunicación, y esa es la etapa más dura y agresiva entre la lucha del joven y el viejo, pero esa es la historia de la humanidad, del hombre y del animal. No es cuestión de ir contra nadie, tampoco contra la naturaleza. Siempre ha sido así y sigue siendo así: el joven quiere matar al viejo y lo puede vencer por vigor, pero el viejo lo vence por zorro. Los dos son tigres peleando por lo suyo, no hay inocentes... a los inocentes los mató Herodes. Eso hace también que cada vez se piensen sistemas más sofisticados para sobrevivir.
Fuente: Caras y Caretas, diciembre 2009.
sábado, 9 de enero de 2010
Esto pasó en el teatro. Por Bernadette Laitano (Sábado Show).
El año 2009 no fue la excepción y entre estrenos y reestrenos la cartelera capitalina ofreció más de 150 espectáculos.
Teatro nacional
LOS QUE ESCRIBIERON
Dramaturgos nóveles (cada vez más) conviven con creadores poseedores de nombres que el público asiduo reconoce. En ambas generaciones, la escritura convive con la dirección, pero no es posible determinar qué inspira a la nueva camada porque la variedad lo domina todo. (...) Marianella Morena jugó con cuatro actores en Las Julietas y demostró que está lejos de cualquier encasillamiento. (...)
Directores
Algunas batutas
La perfección en la globalidad de un espectáculo tiene por detrás la mirada del director. La escena local posee nombres que saben mantener su lugar de referentes en la creación contemporánea como Marianella Morena, camaleónica, que escapó a los encasillamientos en Las Julietas (...)
Actuaciones
Ver para creer
No hay personajes grandes o chicos, hay actores buenos o malos y varios artistas demostraron la validez de esta frase con sus trabajos en escena. (...) Elencos imperdibles fueron los de Los padres terribles (A. Garateguy, R. Bornes, C. Moscatelli, N. Campo y Sergio Muñoz), Las sirvientas (Cecilia Baranda, Pilar Cartagena y Pelusa Vidal) y Las Julietas. (Sanguinetti, Pintos, Gayvoronsky y Quijano)...
Fuente: Revista Sábado Show, diciembre 2009.
viernes, 8 de enero de 2010
Movida Teatral. Década 2000. Por Debora Quiring (Revista Freeway)
Es impactante enterarnos de la existencia en Uruguay de ciento veinte grupos de teatro joven (es decir, menores de treinta años), que actualmente tratan de llevar adelante un proyecto común: hacer teatro.A lo largo de esta década pudimos ver la emergencia de un pequeño grupo de jóvenes que, poco a poco, comenzaron a consolidarse. Entre muchos podemos nombrar a Gabriel Calderón, Santiago Sanguinetti, Leonardo Martínez, el reciente Fernando Nieto y Sofía Etcheverry. La mayoría de ellos vivió la dictadura a través de los relatos de sus mayores, ya sea porque eran niños o porque nacieron luego. Les interesa más “romper” que seguir tradiciones o lugares comunes; miran hacia afuera para después crear, en especial Argentina y sus grandes creadores contemporáneos, como Spregelburd, Veronese, Bartís, Tolcachir y Kartún. Existe un grupo anterior, para evitar hablar de generaciones, caracterizado por su paternalismo, su apertura al diálogo y a la interacción, como Mariana Percovich, Roberto Suárez, Alberto “Coco” Rivero, Gabriel Peveroni, Ivan Solarich, Marianella Morena, Raquel Diana y María Dodera. Promotores de este nuevo grupo emergente, continúan su producción sin mantenerse ajenos a las dificultades que puedan enfrentar (aunque algunos ya estén institucionalizados), y a veces los incluyen en sus proyectos escénicos. El apoyo a los artistas a evolucionado considerablemente. Recordemos que desde el 2005 el Ministerio de Educación y Cultura le ha otorgado al área cultural un papel más activo. A Escena es un programa de fortalecimiento de las artes escénicas, y Laboratorio es un centro de creación e investigación que complementa lo desarrollado por este programa en tres áreas, dramaturgia, dirección y coreografía.También el Centro Cultural de España ha implementado Solos en el escenario para buscar promover la escritura.Desde luego que las dificultades continúan, el medio es chico y la oferta es mucha. Tal vez demasiada, lo que lleva a que no se priorice la calidad frente a la taquilla. Pero lo que se debe subrayar es la emergencia de jóvenes talentos que pese a ser mirados con recelo, han demostrado la fuerza con que llevan adelante su pasión, muchas veces acompañada de trabajo y disciplina. A modo de cierre 2009, reiteramos la recomendación de dos muy buenos espectáculos: Las Julietas y Quiroga con la luz prendida. Dos muy buenos ejemplos...
Fuente: Debora Quiring, Freeway (diciembre, 2009).
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