Las Julietas esperan. Son cuatro actores, pero no son Julieta. Tampoco Romeo. Dialogan entre sí, con un pasado glorioso y un presente que solamente les ofrece incertidumbre. Cuentan su historia entre tango, malambo, un pericón y soul.
Suena Amy Winehouse y los cuatro actores entran en escena, vestidos únicamente con calzoncillos. Aunque la música es actual, no así la ropa interior que se ve, y ahí se da el primer diálogo entre el pasado y el presente conviviendo en un mismo espacio. Los actores se van vistiendo, colocándose pantalón, camisa, saco y zapatos, todos de mediados del siglo XX.
Ellos son Las Julietas y esperan. ¿Lo qué? Posiblemente al director de una obra de teatro para ensayar o estrenar una obra. Se proponen varios diálogos, en varios campos al mismo tiempo, pero todos convergen en uno sólo: el gran diálogo entre el pasado y el presente, lo que dejó de ser y lo que está siendo.
Hay cuatro sillas alineadas, de frente al público cual sala de espera -un lugar no lugar-. Principal indicio de situación de espera. Pero hay, también, una atmósfera de diálogo que guía al espectador hacia esas conversaciones carentes de sentido: una frase despachada, seguida de varias diferentes ratificaciones alusivas a la misma frase, en este caso, "¡Qué época los `50!".
Otro diálogo se da entre Marianella Morena (autora y directora de Las Julietas) y Shakespeare. El texto de unión de la uruguaya con el inglés es Romeo y Julieta. Pero es Morena la que dialoga con el dramaturgo y los que darán su respuesta son los espectadores. La directora se permite un intercambio lúdico introduciendo fragmentos de la historia de amor más clásica ("Si con mi mano, por demás indigna, profano este santo relicario..."), que algunos exigentes veladores de lo `clásico` podrán cuestionar, pero que en sus fines más puros no dejan de ser un planteamiento cuyo fin es, de nuevo, el diálogo pasado/presente.
¿Es que todo pasado fue mejor? ¿Por qué no dejamos atrás la gloria de un Maracanazo que ya fue? ¿Dónde están las glorias presentes? ¿La dramaturgia contemporánea llegará a ser, con el sello del tiempo, clásica? ¿Cuál es el lugar de la dramaturgia nacional?
Santiago Sanguinetti, Leonardo Pintos, Alejandro Gayvoronsky y Claudio Quijano reafirman una evolución segura. Son jóvenes dueños de nombres que suenan cada vez más seguido y mejor. Trabajos pasados, como actores y dramaturgos -Sanguinetti y Gayvoronsky- los colocaron en ese sitial. Con Las Julietas lo sostienen. Los momentos de Sanguinetti ("un típico macho oriental") y Gayvoronsky ("un bruto actor"), un impredible en la cartelera actual.
Fuente: Revista Sábado Show,
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